Anclajes y raíles errantes
siempre de aquí para allá;
buscando lo imposible
lo que pudo ser y no será.
El largo camino a casa
bajo un cielo de nubes grises;
sobre unas botas cubiertas de barro,
bajo un sombrero de fantasma desdibujado.
En la boca… tabaco en pipa
la pipa de la Paz;
y un sobrio paraguas negro,
de mercadillo, con mango de madera…
que acompaña cada paso que da.
Apenas dos maletas asoman a un lado,
maletas de mano cansadas de viajar;
que gritan por echar raíces
más pronto que tarde,
antes de que la tormenta…
vuelva a arreciar.
Y ahí va caminando
El Clandestino…
derrochando una ligera » fumata gris «,
que se mezcla con el luto del viento,
y entre nubes de humo…
se esfuma su silueta vil.
En silencio riguroso
al son del Amsterdamer;
ahí va el clandestino
sin prisa pero sin pausa;
hasta que le acompañe el humor.
Hasta que le fallen los huesos…
hasta que se esconda el Sol;
Hasta que llegue el momento de » colgar las botas » para siempre…
y sólo quede la silueta
de un clan destinó cansado pero feliz.
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Uy, que tocante! Está buenísimo
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