Hoy me he decidido a rescatar esta palabra moribunda que tanto nos define: engañamundos.
Creo que el contexto es ideal para hacer honor a un sustantivo que aunque » extinto «, no deja de reflejar la realidad de este país.
Un país donde prima el engaño como resultado de una combinación explosiva: la ingenuidad de sus miembros con la burda manipulación de quien decide.
Y es que tú y yo permitimos el engaño. Y tú y yo vivimos lo que permitimos.
Hay un momento en el que como adultos, la vida nos coloca en disposición de aceptar la realidad o cambiarla.
Desde la libertad. Este domingo es el momento de demostrar que la libertad no se vende como es el momento de reconocer que la sumisión se compra.
Pero la sumisión nunca genera libertades.
Dejar atrás la sumisión es posible pero para ello, tú y yo debemos dejar de temer o amar al opresor.
Mientras tú y yo sigamos justificando lo que hacen, lo único seguro es que lo seguirán haciendo.
Seamos honestos. Mientras tú y yo no digamos basta, ellos pensarán que deben continuar. Pura lógica.
No existe opresor sin oprimido. El oprimido alimenta a su opresor y a sí mismo.
La sumisión en masa no es sino el resultado de nuestra propia compulsión a aguantar todos los engaños cual barril sin fondo.
La sumisión es hoy nuestra forma de vida, pero el estilo de vida puede cambiar como pueden cambiar los sentimientos aunque sean permanentes… como tu miedo y el mío.
Una cosa es cierta. El domingo ahí fuera se nos da la oportunidad de decidir, si es que sabemos lo que nos toca decidir porque me da la sensación de que no lo tenemos demasiado claro.
Las urnas hablan… los adictos al drama callan… la pedagogía del oprimido convence… la libertad cede… la sumisión vence…
el poder manda… la sociedad obedece…
la historia se repite… la realidad duele.
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