Cualquier carrera universitaria o no universitaria, toda formación cuyo objetivo sea pedagógico, tendría que iniciar haciendo mención a esta simple analogía: menos es más.
Ya desde la más tierna infancia te introducen en la peligrosa vorágine de la competencia como si tu pan de mañana dependiera de las artes de tu compañero.
Desde las aulas se fomenta un estilo de aprendizaje rígido e inflexible, en detrimento de la autonomía y creatividad propias del niño, que no hacen sino hacerle responsable de un sistema que lejos de velar por sus intereses, le aleja cada vez más de la realidad.
Menos temor más confianza.
Menos expectativas más necesidades.
Menos dolor más ilusión.
Menos apariencias más realidades.
Menos palabras más hechos.
Menos frustraciones más deseos.
Menos críticas más motivación.
Menos hambre más sed.
Menos frío mas calor.
Menos poder más conciencia.
Menos machismo más libertad.
Menos decir más hacer.
Menos transparencia más corrupción.
Menos leyes más justicia.
Menos demagogia más democracia.
Porque seamos honestos.
¿ De quién aprendes ?, ¿ a quién recuerdas ?…
yo recuerdo a quien me invita a pensar.
A quien me da libertad y a quien permite que me exprese sin dirigir mi discurso o el suyo; sin temor.
No recuerdo obras ni fechas de X o Z…
pero recuerdo la pasión con la que hablaban de Plinio o Cicerón.
Recuerdo cada resto romano de Andelos o a Santiago Nassar.
A quien me enseñó el poder de » la cueva «… a quien me dio libertad de argumentar.
Sin miedo a que X o Z fuera » rojo » o » facha «, sin temor a un » suspenso » por falta de alineación.
A quien » tocho de Freud » en mano, me enseñó que menos etiquetas son más personas, consumidores…
a quien a través de su experiencia e idiosincrasia particular, me demostró que en marketing como en la vida…
menos es más.
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