Nacemos solos y lo cierto es que nadie morirá con nosotros.
Sin embargo, muchas veces destinamos ingentes esfuerzos en solapar o mitigar un sentimiento natural e inherente al ser humano.
Dime cuánto buscas el amor y te diré que tu soledad es proporcional.
Dime cuánto alardeas de felicidad por » estar solo «, y te diré que tu dolor es proporcional.
La soledad no se compra pero se vende, a veces al mejor postor… convirtiéndose en exclavo del siglo XXI.
No hay nada peor que la soledad acompañada.
Compartir soledad es equivalente al drama por apego.
Si tu objetivo es el amor, la soledad siempre vendrá en forma de freno, nunca de oportunidad.
Cada vez que dices: » me canso de dar para no recibir «… pregúntate si te gustaría que te visitara el cobrador del frack.
La soledad nunca se merece, se escoge… o se padece… en silencio.
La soledad es buena… a ratos… de lejos.
Dime cuánto temes a la soledad y te diré que es proporcional al miedo que te tiene el amor.
Temor + amor = soledad.
No te confundas. Soledad no es igual a estar solo.
Mientras que la primera responde a un estado emocional… estar solo es circunstancial.
Una cosa es cierta. La soledad no es mala… ni buena…
siempre y cuando no la sufras.
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Me encanta! Que ambigua puede llegar a ser la soledad… Hay veces que la buscas y otras en que si aparece, te deja molido…
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Así es. Un abrazo 😉
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