Algunos lo describen como un estado de enajenación mental transitoria… para otros es el momento en el que » afloramos » nuestra verdadera personalidad… sin máscaras.
El caso es que » algo » pasa por ahí adentro que cuesta mucho verbalizar con palabras, y más sentir con emociones.
Lo cierto es que cuando estamos en pareja, cambiamos.
Para mejor algunas veces, en las que el amor nace como resultado de la unión de dos personas que se respetan profundamente, y deciden juntarse para crecer y dar rienda suelta a sus sentimientos.
Pero no siempre sale bien.
Un gran porcentaje de las personas que se unen a otra, lo hacen para poner fin a su soledad.
Se trata entonces, de sustituir una necesidad acuciante de la forma más » fácil «.
No todos buscamos lo mismo en una relación, pero hay un común denominador que rige toda unión: el amor.
Entendido como el conjunto de sensaciones que salen de dentro a fuera, sin que nada se espere a cambio; sin que exista interés alguno… diferente al de entregarse por amor.
Lo demás paja, cuento… humo.
Perder tu individualidad soterrada en nombre del amor es como convertirse en exclavo de alguien… y ahí no hay amor posible.
No te confundas.
Si te quiere te acompaña.
Pero no ocupa tu lugar.
Si te quiere, respeta tu vuelo
sin entorpecer.
Si te quiere, distingue amor de apego…
y suma en tu equipo…
nunca te dejará oscurecer.
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