Volver a empezar es como volver a juntar todos los trozos de un jarrón chino.
A simple vista parece imposible, y si te pones a comprobarlo, aún resulta más difícil.
No es posible volver a nacer en el sentido en que por mas que quiera, nunca sería lo mismo.
Sería algo así como a la vejez viruela… pensar que una visita al dentista te dejará la boca como a los veinte.
No te confundas. Cada caries, cada intervención, por pequeña que esta sea, ha ido moldeando tus dientes, y pretender que eso vuelva a su estado original, es como volver al Adán y Eva… y a la manzana, una y otra vez.
Materialmente imposible. Ni Coperfield y Tamariz juntos podrían proyectar algo así.
Pero, ¿ no crees que sería aburrido volver a empezar de la misma forma ? cometer los mismos errores… qué pereza.
Lo que siempre puedes hacer sin dejarte el tipo en el intento, es sencillamente darte cuerda, como si fueras un Longines, jaja.
A mi me da cuerda que me leas, que me escribas… pero una carcajada tuya bastará para alegrarme.
A veces es tan poco lo que se necesita para ser feliz, que acabas con más cuerda de la que jamás hubieras imaginado.
Date permiso para caer, pero sobre todo, date cuerda cada día.
Habrá días en los que se te acabe, otros en los que tendrás » cuerda para rato «… aprovecha esos días para regalar cuerda a otros; así cuando estés triste… ellos te la darán.
A veces no hace falta mucho más para seguir.
A veces con eso basta para sonreír.
A veces nos olvidamos de vivir.
A veces sólo podemos sentir y resentir…
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