Quizás nunca sabré cuánto hubo de realidad,
cuánto de percepción;
quizás no sabré si me alineaba
o me alejaba…
Quizás solo comprara un cuento
uno para no dormir;
uno que se alarga constantemente.
El cuento sin fin.
Pero entonces no había photoshop
pero si mucho que retocar;
porque la realidad era demasiado desagradable,
porque así era más fácil de soportar.
Ahora la imagen a contraluz
la imagen que yo creé;
nada tiene que ver con la de antaño
es como ese original que solo yo puedo ver.
Una imagen nítida
llena de contrastes;
donde el color se » cuela » a hurtadillas,
arrojando luz al dolor.
Favoreciendo un lenguaje edulcorado,
lleno de eufemismos;
el lenguaje propio de la excusa
de la justificación.
Ya no hay porqué escurrir el bulto
no hay porqué retocar;
porque no hay nada mas bello que las arrugas,
para empezar a mirar con claridad.
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