» Si estás en uno de los extremos de ti mismo y no en tu centro podrás gritar pero no hacer «.
Franz Frichard.
De todos es sabido que los extremos nunca suelen ser demasiado buenos. Sería algo así como reducir una inmensa paleta al blanco y negro de antaño.
Ya sabes que me gusta argumentar las » pajas mentales » con ejemplos gráficos que siempre ayudan a acercar conceptos y no morir en el intento.
Así que esta vez, te demostraré con la contundencia de quien halla » los huesos de Cervantes «, porqué demonios es mejor ser el centro que la portada o la página de atrás.
Verás, para ello hablaré ( sin que sirva de precedente ) en primera persona, sin llegar a ser pretenciosa ni caer en el aburrimiento.
Jaja. ¿ Por qué ?. Porque si te hablo » de tu a tú «, en realidad, me estoy colocando en uno de los extremos, y la idea es predicar con el ejemplo.
Si te fijas, siempre es más fácil hablar en segunda, tercera persona… incluso echar mano del perogrullo » nosotros «, incluyendo así a tu vecino del quinto, su familia… y hasta a Pablo Iglesias, ahora que nos venimos todos un poco arriba y sentimos ( casi al unísono ) que PODEMOS.
Pues no señor. Siempre que trate, trates o » tratemos » de argumentar cualquier postura desde cualquiera de estas formas, estaré » colgada » en uno de los extremos, desde donde resulta difícil mantener la objetividad.
Así que objetividad es a centro lo que subjetividad a extremo.
Si voy a cualquiera de las librerías ( las que todavía siguen en pie ) afortunadamente, y deseo un libro » para recordar » pero no lo tengo demasiado claro: puedo preguntar a mi interlocutor que me facilite un par de títulos, después de aclarar mis preferencias, jaja.
Si le digo que quiero uno sobre novela negra, me mostrará el último grito en este género, pero si no me atrevo a darle más pistas… porque no soy directa, porque me ando con más rodeos que Ortega Cano a la sombra, o por lo que sea, lo que de seguro no me ofrecerá es El Asesinato de Caravinagre que entra dentro de mi demanda, entre otras que además me adentraría en la literatura sanferminera, dicho sea de paso.
Así que mientras siga con » el culo pegado » a uno de los extremos, mientras no hable directamente a cerca de mis gustos o mis necesidades, mientras los polos dirijan mi » radar «, gritaré con la fuerza de Falete a los cuatro vientos, pero estaré muy lejos de ACTUAR.
De ser consciente y atraer esa conciencia sin filtros, sin permisos ajenos, sin censuras… sin compasión.
Y no es por egoísmo… ni siquiera por vanidad.
Es porque si soy capaz de expresar lo que quiero, deseo y necesito sin filtros, será más fácil llegar a comunicar.
Mientras tanto ya puedes » dejarte el pecho «, que nadie te podrá escuchar.
Tú decides. ¿ Arriesgarte a vulnerar tu centro o seguir anclado a extremos ?.
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