Cuando construía mi primera casa
utilizaba pinceles muy finos;
así trazaba rectas más pulidas
las sombras con más tino.
Cuando daba forma a la puerta
quise que fuera grande,
algo así como un altar;
para que cada compañero
libre y de buenas costumbres
no tuviera problemas al entrar.
El sol y la luna
protegían el interior
de una humilde morada
sin prejuicios, ni temor.
El vigilante
siempre cerca de la puerta principal,
para verificar que los profanos no se cuelen de imprevisto;
para velar por la seguridad.
Flores de acacia en el exterior
se dejan sentir en el interior.
Dando un toque » genuino «
llenando cada rincón de esplendor.
Hoy es Lunes de Puertas.
Clásicas, de madera,
lacadas… da igual.
Lo importante es que al llamar tres veces, halles a quien te acompañe hasta el final.
Entre la oscuridad de dos bellas columnas
que te guiarán en ése viaje.
El viaje hacia la verdad.
No temas quedarte en el camino
no temas la oscuridad,
porque el fuego iluminará tus pasos.
Te acercará hacia la claridad.
Cuando construía mi primera casa
no conocía escuadra ni compás;
pero siempre dejaba la puerta abierta
para acoger de buen grado a todo el que quisiera entrar.
Cuando construía mi primera casa
cuando soñaba con la realidad;
cuando creía saberlo todo
cuando nada conocía en verdad.
Imagen de Filma Dmitriev.
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