Es curioso. Te pasas la vida planeando salidas. » Cuando salga de la crisis «, » cuando tenga cuartos «, » cuando salga el sol «… postergamos la vida sin darnos cuenta que la vida nos toma el pulso.
Nos planteamos salir casi antes de entrar.
Y si… ¿ a qué temes ? ¿ a equivocarte ?. Equivocarse es sano, y no lo digo yo, que también, sino los expertos.
Si, como lo oyes. Los cerrajeros indican que de tanto buscar posibles salidas, al final ímpepinablemente, se reducen las entradas.
Y así, desciende su trabajo, y el mío… no así el volumen de run-run existente en tu cerebro; ése va por libre.
Deberíamos rendir pleitesía a nuestros problemas, casi tanto como a nuestras alegrías. Porque son el mejor síntoma de » vida » terrícola.
Lo realmente preocupante sería que fueras aislándote por miedo a no hallar la salida, en caso de emergencia.
En ese caso, estás perdid@. Porque habrás sucumbido al devastador poder de la angustia, en detrimento de tu propia salud.
Hazme un favor. La próxima vez que le busques » un quinto pie al gato » recuerda que más vale que te quiten lo bailado a un » sonoro » devuelto sin usar.
En marketing no es tan importante cómo sales de una campaña, sino haber sido honestos con el consumidor, con las personas.
Hablarles de tú a tú, te permite tomarles el pulso a diario, y seguir dirigiendo tus entradas, de forma coherente y, más o menos, acertada, que las salidas ya vendrán solas.
Amargarse no es opción. Y menos en tiempos de crisis, que los esfuerzos se multiplican, casi tanto como los datos económicos del PP.
Así que, don’ t worry. No dejes de buscar la forma de acercarte al consumidor, a través del trabajo, que ya él se encargará de mostrarte la salida si algo no le convence.
Tú decides. ¿ Planear salidas o negociar la entrada ?.
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