Mirando al espejo herida
sin prejuicios; sin reservas
desnuda ante una realidad
que duele
escuece… pero también
enseña.
A cuestionar verdades que
parecen absolutas,
a desterrar cosas viejas
para tiempos nuevos,
a dudar de una educación
para la que no me pidieron
permiso.
A dejar de solapar
generaciones entre si, en mi
a dejar de distorsionar lo que
me enseñaron y lo que
realmente ocurre.
Me enseñaron a respetar siempre…
pero no a luchar por mi respeto;
me educaron para ser tradicional
en tiempos modernos.
Se les olvidó mencionar
que la dignidad no se
negocia y que el silencio,
a veces, termina por enterrarte.
Se les olvidó decir que por
religiones con Dioses que
proclaman el amor, no se
aguanta.
Me enseñaron a no ser
egoísta y obviaron que al
crecer, querría tener
» vida propia «.
Me explicaban lo malo que es
no tener un hombre al lado,
y olvidaron que las
consecuencias de
enamorarse de alguien que no
puede querer, lo es todavía más.
A cuidarme de las malas
influencias,
al calor de un puro.
A tener principios morales, nunca
a cuestionarlos,
a ser feliz, los que nunca
supieron cómo.
A callar siempre.
Hoy… mirando al espejo herida
sin prejuicios ni reservas,
desnuda ante una realidad
que duele
doy gracias por esa
educación.
Porque habiéndome
educado para respetar a todos,
decido respetarme yo.
Y he comprendido
que sólo quien se siente
pequeña
es capaz de contemplar esta
realidad
y seguir bajando la cabeza,
amordazando la libertad,
engañando con procesos
falsos y disfuncionales,
faltando el respeto
al conjunto de la sociedad.
Una sociedad que ni
gritando justicia, a voces,
consigue que se respeten sus
derechos; su dignidad.
Hoy… mirando al espejo herida
sin prejuicios ni reservas,
desnuda ante una realidad
que duele
consciente de que algo debe
cambiar.
Empezando por mi, por ti
nuestra educación,
trasladándola al resto de la
sociedad.
Para que sepan decir NO
sin sentirse culpables,
desde el respeto, con seguridad.
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